miércoles, 5 de junio de 2013

CONTENIDOS MÍNIMOS PARA EL EXAMEN GLOBAL Y DE SEPTIEMBRE

Aprovecho para recordar que es necesario entregar los esquemas y resúmenes pendientes para aprobar la asignatura.

-La Ilustración.
-La Revolución Americana o la independencia de EEUU.
-La Revolución Francesa.
-La Europa napoleónica.
-Naciones y nacionalismo: las unificaciones de Italia y Alemania.
-Teorías y doctrinas sociales: el socialismo y el anarquismo.
-Las causas de la Primera Guerra Mundial.
-La Gran Guerra: fuerzas enfrentadas y desarrollo.
-Las consecuencias de la Gran Guerra.
-La Revolución Rusa de 1917.
-La quiebra del capitalismo: la crisis de 1929 y la búsqueda de soluciones (el New Deal).
-La quiebra de la democracia. El fascismo.
-El nazismo.
-La Segunda Guerra Mundial.
-La Guerra Fría.
-La caída de la URSS: Gorbachov y la perestroika.


Todas las explosiones nucleares de la Historia en un mapa

Impresionante vídeo que muestra todas y cada una de las explosiones nucleares llevadas a cabo por las potencias mundiales a lo largo del siglo XX.  En total, más de 2000, y vienen clasificadas por países.


miércoles, 29 de mayo de 2013

ORIENTE PRÓXIMO: BREVE HISTORIA DE UN CONFLICTO

(Mapas en http://corazonleon.blogspot.com.es/2008/05/oriente-prximo-breve-historia-de-un.html )

El conflicto se remonta a 1947, cuando Gran Bretaña decidió abandonar el protectorado que tenía en Palestina, donde ya existían enfrentamientos entre los árabes autóctonos y los judíos sionistas que se habían asentado allí desde finales del siglo XIX con la esperanza de crear un “hogar nacional”. El problema quedó en manos de la ONU, que dictó una resolución el 29 de noviembre de ese mismo año con un plan de partición del territorio en dos zonas, dejando a Jerusalén bajo dominio internacional. Los judíos aceptaron el plan, pero los palestinos y los países árabes, no.

1.Independencia de Israel
El 14 de mayo de 1948, Israel proclamó su independencia. Menos de 24 horas más tarde, los ejércitos de Egipto, Jordania, Siria, Líbano e Irak lo invadieron por todas sus fronteras.
En lo que pasó a ser conocido como la Guerra de la Independencia de Israel, las recientemente formadas Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) rechazaron a los invasores en una guerra que duró 15 meses y que provocó un éxodo masivo de palestinos a los países árabes vecinos.
Durante los primeros meses de 1949, se mantuvieron negociaciones directas, bajo el auspicio de la ONU, entre Israel y cada uno de los países invasores, excepto Irak; el resultado fue acuerdos de armisticio que marcaron las siguientes fronteras: la costa mediterránea, Galilea y todo el desierto del Néguev, quedaron bajo la soberanía de Israel; Judea y Samaria (Cisjordania) pasaron a dominio jordano, la Franja de Gaza quedó bajo administración egipcia, y la ciudad de Jerusalén fue dividida, controlando Jordania la parte oriental, (incluida la Ciudad Vieja, que es la parte más sagrada para los judíos), e Israel el sector occidental.

Uno de los hechos que tuvo más importancia para el futuro fue el citado éxodo masivo de los palestinos que habitaban en los territorios del recién nacido Estado de Israel, ya que los países musulmanes vecinos se negaron a integrarlos en sus respectivas sociedades, y les mantuvieron (y mantienen) hacinados en campos de refugiados, a la espera de una hipotética victoria árabe sobre los israelíes que les permitiría regresar a sus hogares. Estos campamentos se convirtieron en un semillero de terroristas, y en ellos nacieron algunas de las organizaciones más beligerantes con Israel.

2.La Guerra del Sinaí, 1956 (no entra)

3.La Guerra de los Seis Días, 1967
En mayo de 1967 Egipto nuevamente movilizó ingentes cantidades de tropas al desierto del Sinaí, ordenó retirarse de la zona a las fuerzas de paz de la ONU, reimpuso el bloqueo a los Estrechos de Tirán y estableció una alianza militar con Jordania. Israel se encontró de nuevo ante ejércitos árabes hostiles en todos los frentes, por lo que optó por lanzar un ataque preventivo contra Egipto el 5 de junio. Esta acción fue seguida por un contraataque a Jordania en el Este, y la expulsión de las fuerzas sirias atrincheradas en las Alturas del Golán en el Norte.
Al término de seis días de combate quedaron bajo control israelí Judea y Samaria (conocidas hoy en día bajo el nombre de Cisjordania), Gaza, la Península del Sinaí y las Alturas del Golán. Jerusalén, que había quedado dividida entre Israel y Jordania desde 1949, fue reunificada bajo autoridad israelí.

4.Septiembre Negro (no entra)

5.La guerra de Yom Kipur, 1973
El día de Yom Kipur o Día de la Expiación (el día más sagrado del año judío) del 6 de octubre de 1973 , Egipto y Siria lanzaron un sorpresivo ataque coordinado contra Israel , cruzando el Canal de Suez el ejército egipcio, y penetrando en las Alturas del Golán las tropas sirias. Durante las siguientes tres semanas, las Fuerzas de Defensa de Israel invirtieron el sentido de los combates y repelieron a los atacantes, cruzaron el Canal de Suez hacia territorio egipcio y avanzaron hasta 32 km. de Damasco, la capital siria. Dos años de difíciles negociaciones entre Israel y Egipto y entre Israel y Siria lograron acuerdos de separación de fuerzas, según los cuales Israel se retiró de partes de los territorios capturados durante la guerra.
Esta guerra provocó una crisis energética sin precedentes cuando los países árabes decidieron vengarse de la ayuda occidental proporcionada a Israel subiendo espectacularmente los precios del petróleo.

6.El conflicto del Líbano, 1982 (no entra)

7.Las Intifadas
La Primera Intifada empezó en 1987 con la famosa "Guerra de las piedras". Se caracterizó por la desobediencia civil de parte de los palestinos. Las televisiones de todo el mundo grabaron batallas callejeras entre palestinos y miembros de las Fuerzas de Defensa de Israel en la que los primeros atacaban con piedras y otros objetos, y los segundos respondían con fusiles y tanques. La violencia decayó en 1991 y tocó a un fin más completo con las firmas de los Acuerdos de Oslo (13 de septiembre de 1993) y la creación de la Autoridad Nacional Palestina. 1.162 palestinos y 160 israelíes murieron a resultas de los enfrentamientos de la Primera Intifada.

La Segunda Intifada, que se ha dado en llamar Intifada de al-Aqsa, empezó en septiembre de 2000 y fue terminada oficialmente en febrero de 2005. Se inició con la excusa de una visita de Ariel Sharón a la explanada de las Mezquitas, aunque los propios dirigentes palestinos reconocieron después que ya llevaban un tiempo preparando el levantamiento.

Tras estos conflictos, desde finales del siglo XX ha habido continuos intentos por alcanzar acuerdos entre israelíes y palestinos, pero todos han acabado en sonoros fracasos por diversas razones. En principio, lo que reclaman los palestinos es la creación de un Estado propio en los territorios de Cisjordania y Gaza, ocupados por los israelíes en la Guerra de los Seis Días. Aunque algunos dirigentes israelíes aceptaron de entrada la creación de dicho Estado (Isaac Rabin, Ehud Barak), las conversaciones nunca llegaron a buen puerto debido a las discusiones provocadas por el estatus de Jerusalén (hoy por hoy en manos israelíes), y por el tema del posible regreso de los cientos de miles de descendientes de los refugiados palestinos de la Guerra de Independencia de 1948. Según las exigencias de la Autoridad Palestina (OLP), estos refugiados deberían regresar no al estado palestino que se fundaría, sino al territorio israelí al que pertenecían sus antepasados. Este último punto fue el que provocó la ruptura de las negociaciones en Camp David en el año 2000.

Actualmente, la situación entre palestinos e israelíes se encuentra en un punto muerto, agravado por las luchas civiles entre las distintas facciones palestinas: la Autoridad Nacional Palestina ha perdido el control sobre la Franja de Gaza a manos del grupo terrorista Hamás, aunque conserva el gobierno en Cisjordania.

domingo, 19 de mayo de 2013

LA CARRERA ESPACIAL

En el libro no se habla nada de la Carrera Espacial, esa especie de competición que se estableció entre la URSS y EEUU para ver quién llevaba a cabo antes los principales logros en el espacio, como enviar el primer satélite artificial, el primer animal, el primer hombre, etc. Lo que se convirtió en el gran objetivo fue llevar seres humanos a la Luna, lo que se consiguió tan sólo doce años después del lanzamiento del Sputnik. Tampoco conviene olvidar que toda esa investigación también servía para desarrollar misiles más potentes y con mayor alcance, nuevas armas, etc. que sirvieran en la Guerra Fría. Sin embargo, puede afirmarse que también logró las mayores hazañas de la Humanidad hasta el momento. 

Aquí os dejo un enlace a un interesantísimo artículo  del blog "Recuerdos de Pandora" que resume los 13 principales éxitos de la carrera espacial, y que incluye enlaces para ampliar la información. 

martes, 14 de mayo de 2013

Una historia ilustrada de las máscaras de gas

Os dejo un enlace a una página que acabo de descubrir en la que se expone a través de ilustraciones y fotografías la evolución de las máscaras de gas desde la Antigüedad hasta hoy en día. Me ha llamado especialmente la atención este modelo Mickey Mouse para niños de la 2ª Guerra Mundial:


lunes, 13 de mayo de 2013

MIRADAS

Os dejo uno de los carteles de la página Cuanta Razón que me ha llamado mucho la atención. Para pararse a reflexionar...


sábado, 4 de mayo de 2013

LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL EN FOTOS

Hoy he descubierto en Curistoria esta magnífica página con cientos de fotos de la II Guerra Mundial.Como veréis, está perfectamente organizada por períodos y por temas (Antes de la Guerra, La invasión de Polonia, La invasión de Francia, El Holocausto, etc., etc.) La página está en inglés, pero no debería suponer ningún problema para vosotros... (¿O sí?)



lunes, 22 de abril de 2013

Minidocumental de los inicios y el desarrollo de la fotografía.

Os dejo un simpático vídeo que en cinco minutos resume los antecedentes, los inicios y el desarrollo de la fotografía. Está en inglés, pero tiene subtítulos en español.

lunes, 8 de abril de 2013

LA POLÍTICA DE APACIGUAMIENTO SEGÚN LA PRENSA

Aquí os dejo dos chistes gráficos que ironizan sobre la postura de los futuros Aliados ante la política expansionista de Hitler:
  • Una ilustración del Dr. Seuss (EEUU), criticando la postura aislacionista de su país:
"Consiga aquí su "gorro-avestruz". Quita los dolores de cabeza "Hitler". Olvide las horribles noticias que usted ha leído. ¡Su mente se siente a gusto en una cabeza de avestruz!
  • Otra ilustración del Dr. Seuss previendo las consecuencias de la "política de apaciguamiento":

"Recordad... ¡Un chupachups más, y después todos os volvéis a casa!"

miércoles, 20 de febrero de 2013

EL CRACK DE LA BOLSA DE 1929 SEGÚN GROUCHO MARX


De izda. a dcha: Chico, Harpo y Groucho Marx.


-MARX, Groucho. Groucho y yo. Tusquets Editores. Barcelona, 2005.

15. De cómo fui protagonista de las locuras de 1929

Muy pronto, un negocio mucho más atractivo que el teatral atrajo mi atención y la del país. Era un asuntillo llamado mercado de valores. Lo conocí por primera vez hacia 1926. Constituyó una sorpresa agradable descubrir que era un negociante muy astuto. O por lo menos eso parecía, porque todo lo que compraba aumentaba de valor. No tenía asesor financiero. ¿Quién lo necesitaba? Podías cerrar los ojos, apoyar el dedo en cualquier punto del enorme tablero mural y la acción que acababas de comprar empezaba inmediatamente a subir. Nunca obtuve beneficios. Parecía absurdo vender una acción a 30 cuando se sabía que dentro del año doblaría o triplicaría su valor.
Mi sueldo semanal en Los cuatro cocos era de unos dos mil, pero esto era calderilla en comparación con la pasta que ganaba teóricamente en Wall Street. Disfrutaba trabajando en la revista, pero el salario me interesaba muy poco. Aceptaba de todo el mundo confidencias sobre el mercado de valores. Ahora cuesta creerlo, pero incidentes como el que sigue eran corrientes en
aquellos días.
Subí a un ascensor del hotel Copley Plaza, en Boston. El
ascensorista me reconoció y dijo:
Hace un ratito han subido dos individuos, señor Marx, ¿sabe? Peces gordos, de verdad. Vestían americanas cruzadas y llevaban claveles en las solapas. Hablaban del mercado de valores y, créame, amigo, tenían aspecto de saber lo que decían. No se han figurado que yo estaba escuchándoles, pero cuando manejo el ascensor siempre tengo el oído atento. ¡No voy a pasarme toda la vida haciendo subir y bajar uno de estos cajones! El caso es que oí que uno de los individuos decía el otro: «Ponga todo el dinero que pueda obtener en United Corporation». —¿Cómo se llaman esos valores? —pregunté.
Me lanzó una mirada burlona.
¿Qué le ocurre, amigo? ¿Tiene algo en las orejas que no le funciona bien? Ya se lo he dicho. El hombre ha mencionado la United Corporation.
Le di cinco dólares y corrí hacia la habitación de Harpo. Le informé inmediatamente acerca de esta mina de oro en potencia con que me había tropezado en el ascensor. Harpo acababa de desayunar y todavía iba en batín.
En el vestíbulo de este hotel están las oficinas de un agente de Bolsa —dijo—. Espera a que me vista y correremos a comprar estas acciones antes de que se esparza la noticia.
Harpo —dije—, ¿estás loco? ¡Si esperamos hasta que te hayas vestido, estas acciones pueden subir diez enteros!
De modo que con mis ropas de calle y Harpo con su batín, corrimos hacia el vestíbulo, entramos en el despacho del agente y en un santiamén compramos acciones de la United Corporation por valor de 160.000 dólares, con un margen del 25 por ciento.
Para los pocos afortunados que no se arruinaron en 1929 y que no están familiarizados con Wall Street, permítanme explicar lo que significa ese margen del 25 por ciento. Por ejemplo, si uno compraba 80.000 dólares de acciones, sólo tenía que pagar en efectivo 20.000. El resto se le quedaba a deber al agente. Era como robar dinero.
El miércoles por la tarde, en Broadway, Chico encontró a un habitual de Wall Street, quien le susurró:
Chico, ahora vengo de Wall Street y allí no se habla de otra cosa que del Cobre Anaconda. Se vende a ciento treinta y ocho dólares la acción y se rumorea que llegará hasta los quinientos. ¡Cómpralas antes de que sea demasiado tarde! Lo sé de muy buena tinta.
Chico corrió inmediatamente hacia el teatro con la noticia de esta oportunidad. Era una función de tarde y retrasamos treinta minutos el alzamiento del telón hasta que nuestro agente nos aseguró que habíamos tenido la fortuna de conseguir seiscientas acciones. ¡Estábamos entusiasmados! Chico, Harpo y yo éramos cada uno propietario de doscientas acciones de estos valores que rezumaban oro. El agente incluso nos felicitó. Dijo:
No ocurre a menudo que alguien entre con tan buen pie en una compañía como la Anaconda.
El mercado siguió subiendo y subiendo. Cuando estábamos de gira, Max Gordon, el productor teatral, solía ponerme una conferencia telefónica cada mañana desde Nueva York, sólo para informarme de la cotización del mercado y de sus predicciones para el día. Dichos augurios nunca variaban. Siempre eran «arriba, arriba, arriba». Hasta entonces yo no había imaginado que se pudiera hacerse rico sin trabajar.

(...)Más tarde, me encontraba paseando por los terrenos de un club de campo, con el señor Gordon. Grandes y costosos cigarros habanos colgaban de nuestros labios. El mundo era una delicia y el cielo asomaba en los ojos de Max. (Así como también unos símbolos del dólar.) El día anterior, las Auburn habían pegado un salto de treinta y ocho enteros. Me volví hacia mi compañero de golf y dije:
Max, ¿cuánto tiempo durará esto?
Max repuso, utilizando una frase de Al Jolson.
Hermano, ¡todavía no has visto nada!
Lo más sorprendente del mercado, en 1929, era que nadie vendía una sola acción. La gente compraba sin cesar. Un día, con cierta timidez, hablé a mi agente en Great Neck acerca de este fenómeno especulativo.
No sé gran cosa sobre Wall Street —empecé a decir en tono de disculpa—, pero, ¿qué es lo que hace que esas acciones sigan ascendiendo? ¿No debiera haber alguna relación entre las ganancias de una compañía, sus dividendos y el precio de venta de sus acciones?
Por encima de mi cabeza, miró a una nueva víctima que acababa de entrar en su despacho y dijo:
Señor Marx, tiene mucho que aprender acerca del mercado de valores. Lo que usted no sabe respecto a las acciones serviría para escribir un libro.
Oiga, buen hombre —repliqué—. He venido aquí en busca de consejo. Si no sabe usted hablar con cortesía, hay otros que tendrán mucho gusto en encargarse de mis asuntos. Y ahora, ¿qué estaba usted diciendo?
Adecuadamente castigado y amansado, respondió:
Señor Marx, tal vez no se dé cuenta, pero éste ha dejado de ser un mercado nacional. Ahora somos un mercado mundial. Recibimos órdenes de compra de todos los países de Europa, de América del Sur e incluso de Oriente. Esta mañana hemos recibido de la India un encargo para comprar mil acciones de Tuberías Crane.
Con cierto cansancio, pregunté:
¿Cree que es una buena compra?
No hay otra mejor —me contestó—. Si hay algo que todos hemos de usar, son las tuberías.
(Se me ocurrieron otras cuantas cosas más, pero no estaba seguro de que apareciesen en las listas de cotizaciones.)
Eso es ridículo —dije—. Tengo varios amigos pieles rojas en Dakota del Sur y no utilizan las tuberías. —Solté una carcajada para celebrar mi salida, pero él permaneció muy serio, de modo que proseguí—. ¿Dice usted que desde la India le envían órdenes de compra de Tuberías Crane? Hummm. Si en la lejana India piden tuberías, deben de saber algo sensacional. Apúnteme para doscientas acciones; no, mejor aún, serán trescientas.
Mientras el mercado seguía ascendiendo hacia el firmamento, empecé a sentirme cada vez más nervioso. El poco juicio que tenía me aconsejaba vender, pero, al igual que todos los demás primos, era avaricioso. Lamentaba desprenderme de cualquier acción, pues estaba seguro de que iba a doblar su valor en pocos meses.

(...) Entonces empecé a pasarme las mañanas instalado en el despacho de un agente de Bolsa, contemplando un gran cuadro mural lleno de signos que no entendía. A no ser que llegara temprano, ni siquiera me era posible entrar. Muchas de las agencias de Bolsa tenían más público que la mayoría de los teatros de Broadway.
Parecía que casi todos mis conocidos se interesaran por el mercado de valores. La mayoría de las conversaciones sólo hablaban de la cantidad que tal y tal valor había subido la semana pasada, o cosas similares. El fontanero, el carnicero, el panadero, el hombre del hielo, todos anhelantes de hacerse ricos, arrojaban sus mezquinos salarios —y en muchos casos, sus ahorros de toda la vida— en Wall Street. Ocasionalmente, el mercado flaqueaba, pero muy pronto se liberaba la resistencia que ofrecían los prudentes y sensatos, y proseguía su continua ascensión.
De vez en cuando algún profeta financiero publicaba un artículo sombrío advirtiendo al público que los precios no guardaban ninguna proporción con los verdaderos valores y recordando que todo lo que sube debe luego bajar. Pero apenas si nadie prestaba atención a estos conservadores tontos y a sus palabras idiotas de cautela. Incluso Barney Baruch, el Sócrates de Central Park y mago financiero americano, lanzó una llamada de advertencia. No recuerdo su frase exacta, pero venía a ser así: «Cuando el mercado de valores se convierte en noticia de primera página, ha sonado la hora de retirarse».

Un día concreto, el mercado empezó a vacilar. Unos cuantos de los clientes más nerviosos cayeron presas del pánico y empezaron a descargarse. Eso ocurrió hace casi treinta años y no recuerdo las diversas fases de la catástrofe que caía sobre nosotros, pero así como al principio del auge todo el mundo quería comprar, al empezar el pánico todo el mundo quiso vender. Al principio las ventas se hacían ordenadamente, pero pronto el pánico echó a un lado el buen juicio y todos empezaron a lanzar al ruedo sus valores, que por entonces sólo tenían el nombre de tales.
Luego el pánico alcanzó a los agentes de Bolsa, quienes empezaron a chillar reclamando los márgenes adicionales. Esta era una broma pesada, porque la mayor parte de los accionistas se habían quedado sin dinero, y los agentes empezaron a vender acciones a cualquier precio. Yo fui uno de los afectados. Desgraciadamente, todavía me quedaba dinero en el banco. Para evitar que vendieran mi papel empecé a firmar cheques febrilmente para cubrir los márgenes que desaparecían rápidamente. Luego, un martes espectacular, Wall Street lanzó la toalla y se derrumbó. Eso de la toalla es una frase adecuada, porque por entonces todo el país estaba llorando.
Algunos de mis conocidos perdieron millones. Yo tuve más suerte. Lo único que perdí fueron 240.000 dólares. (O ciento veinte semanas de trabajo, a 2.000 por semana.) Hubiese perdido más, pero ése era todo el dinero que tenía. El día del hundimiento final, mi amigo, antaño asesor financiero y astuto comerciante, Max Gordon, me telefoneó desde Nueva York. En cinco palabras, lanzó una afirmación que, con el tiempo, creo que ha de compararse favorablemente con cualquiera de las citas más memorables de la historia americana. Me refiero a citas tan imperecederas como «No abandonéis el barco», «No disparéis hasta que veáis el blanco de sus ojos», «¡Dadme la libertad o la muerte!», y «Sólo tengo una vida que dar a la patria». Estas palabras caen en una insignificancia relativa al ponerlas junto a la frase notable de Max. Pero charlatán por naturaleza, esta vez ignoró incluso el tradicional «hola». Todo lo que dijo fue: «¡Marx, la broma ha terminado!». Antes de que yo pudiese contestar, el teléfono se había quedado mudo.
En toda la bazofia escrita por los analistas de mercado, me parece que nadie hizo un resumen de la situación de una manera tan sucinta como mi amigo el señor Gordon. En aquellas cinco palabras lo dijo todo. Desde luego, la broma había terminado. Creo que el único motivo por el que seguí viviendo fue el convencimiento consolador de que todos mis amigos estaban en la misma situación. Incluso la desdicha financiera, al igual que la de cualquier otra especie, prefiere la compañía.
Si mi agente hubiese empezado a vender mis acciones cuando empezaron a tambalearse, hubiese salvado una verdadera fortuna. Pero como no me era posible imaginar que pudiesen bajar más, empecé a pedir prestado dinero del banco para cubrir los márgenes que desaparecían rápidamente. Las acciones de Cobre Anaconda (recuerda que retrasamos treinta minutos la subida del telón para comprarlas) se fundieron como las nieves del Kilimanjaro (no creas que no he leído a Hemingway), y finalmente se estabilizaron a 2 1/2. La confidencia del ascensorista de Boston respecto a la United Corporation se saldó a 3. Las habíamos comprado a 60. La función de Cantor en el Palace fue magnifica y de tanta calidad como cualquier actuación en Broadway. pero, ¿Goldman-Sachs a 56 dólares? Eddie, cariño ¿como pudiste? Durante la máxima depresión del mercado, podía comprárselas a un dólar la acción.

miércoles, 23 de enero de 2013

Un vídeo del tanque Mark I

El alumno Pablo Herreras me ha pasado el enlace de un vídeo en el que se puede ver en acción a los primeros tanques de la Historia de los que hablamos en clase:

lunes, 21 de enero de 2013

LAS NUEVAS ARMAS DE LA 1ª GUERRA MUNDIAL EN LA NOVELA “SIN NOVEDAD EN EL FRENTE”

-MARIA REMARQUE, Erich. Sin novedad en el frente. Círculo de Lectores.

 “La mano me sacude, me doy la vuelta y un momentáneo resplandor me permite ver el rostro de Katczinsky. Tiene la boca abierta, grita algo. No oigo nada. Me sacude con fuerza, acercándose cada vez más. En un instante de menor ruido me llega su voz: 

— ¡Gas! ¡Gaas! ¡Haz que corra! 

Cojo la careta. Algo alejado de mí hay alguien tendido. Sólo pienso en una cosa: ha de saberlo. 

— ¡Gaas! ¡Gaas! 

Grito, me arrastro hacia él, le hago señales con la careta. No se da cuenta de nada. Empiezo de nuevo... Tan sólo se encoge asustado; es un recluta. Miro con desesperación a Kat. Ya lleva puesta la careta. De un golpe me saco el casco que rueda por el suelo y me pongo la mía. Me acerco al hombre, tomo su máscara y se la pongo sobre la cabeza; él la coge, lo dejo, y de un salto, me meto en el embudo. 

La explosión sorda de las granadas de gas se mezcla con el estallido de los proyectiles. Una campana resuena entre el fragor del bombardeo; tambores, carracas metálicas, hacen correr la noticia: ¡Gas, gas, gas!

Algo cae a mi espalda, una, dos veces. Froto las ventanitas de la careta, empañadas por el aliento. Son Kat, Kropp y otro. Los cuatro nos estamos quietos, inmóviles, en una tensión angustiosa, atentos, sin respirar apenas. 

Estos primeros minutos con la máscara deciden entre la vida y la muerte. ¿Estará bien cerrada? Conozco las terribles imágenes del hospital; enfermos de gas que en un ahogo que dura días y días escupen, a pedazos, sus pulmones calcinados. 

Con precaución, los dientes cerrados sobre la cápsula, respiro. El vaho ya se arrastra por el suelo y se insinúa en todos los agujeros. Como una medusa, ancha y viscosa, se apodera de nuestro embudo, lo llena. Doy un empujón a Kat. Es preferible salir y tendernos arriba que no quedarnos en el agujero, donde el gas se acumula. Pero no podemos hacerlo. El fuego cae, de nuevo, como una granizada. Es algo más que el continuo estallido de los obuses, es como si la tierra aullase.(...) La cabeza me hierve y me palpita en el interior de la careta; parece a punto de estallar. Los pulmones están congestionados. Para respirar sólo disponen siempre del mismo aliento viciado. Se me hinchan las venas de las sienes. Parece que vaya a ahogarme.(...) 

Ahora alguien se levanta unos metros más allá. Froto las ventanitas que vuelven a empañarse enseguida por el jadeo a que me fuerza la tensión; miro fijamente... El hombre ya no lleva careta. 

Espero unos segundos —no cae, mira a su alrededor buscando alguna cosa, da unos pasos—, el viento ha limpiado de gas el cementerio, el aire está libre. Entonces yo también, jadeando, me arranco la máscara y caigo al suelo. El aire me penetra como si fuera agua helada, los ojos quieren abandonar sus órbitas, me inunda la frescura de la ola y pierdo el sentido. 

El bombardeo ha cesado. Me asomo al embudo y hago señas a los demás. Suben y se quitan la máscara. Cogemos en brazos al herido, uno de nosotros le sostiene el brazo maltrecho. Nos alejamos así, deprisa, tropezando por el camino”. 

“Somos leales, pero llamamos a las cosas por su nombre; hay mucha suciedad, mucha injusticia y mucha vileza en el ejército. ¿No es enorme que, a pesar de todo, regimiento tras regimiento acepten ir a una lucha cada vez más desesperada, y que se sucedan los ataques, con una línea que va retrocediendo y haciéndose pedazos? Los tanques, de los que antes nos reíamos, se han convertido en un arma terrible. Se acercan, blindados, avanzando en largas hileras y representan para nosotros, más que cualquier otra cosa, todo el horror de la guerra. 

Los cañones que nos martillean sin cesar no están a nuestra vista; las líneas ofensivas del enemigo se componen de hombres como nosotros; pero estos tanques son máquinas, llevan cadenas sin fin, como la guerra; son la imagen misma del exterminio cuando implacables bajan lentamente al fondo de los embudos y vuelven a aparecer, irresistibles, verdadera flota de acorazados, aullando y escupiendo fuego; invulnerables bestias de acero que aplastan a muertos y heridos... Ante ellas nos encogemos dentro de nuestra delgada piel; frente a su colosal pujanza, nuestros brazos son como pajas, nuestras granadas de mano como cerillas. 

Granadas. Gases. Tanques... Triturar. Devorar. Morir. 

Disentería. Gripe. Tifus... Ahogar. Calcinar. Morir. Trinchera. Hospital. Fosa común... No existen otras posibilidades”. 
Tanque británico Mark I en septiembre de 1916
EL LANZALLAMAS 
“En un ataque cae Bertinck, el comandante de nuestra compañía. Era como uno de estos magníficos oficiales que va siempre delante en los momentos de peligro. Hacía dos años que estaba con nosotros y nunca le habían herido; alguna vez tenía que tocarle. Estamos en un agujero, rodeados por el enemigo. Junto al olor de la pólvora nos llega una fetidez como de aceite o petróleo. Divisamos dos hombres con un lanzallamas; uno lleva el depósito a la espalda, el otro sostiene la manga por donde ha de salir el fuego. Si logran acercarse tanto como para alcanzarnos estamos fritos, ya que, precisamente ahora, no podemos retroceder. 

Disparamos contra ellos. Pero a pesar de esto, consiguen aproximarse y nuestra situación empeora. Bertinck está con nosotros en el agujero y al darse cuenta de que no les acertamos porque bastante trabajo tenemos en protegernos de la violencia del fuego enemigo, toma un fusil, se arrastra fuera del embudo, y tendido apunta mientras se levanta un poco sobre los codos... Dispara... Al mismo tiempo, una bala le alcanza. Le han herido. Él, sin embargo, ni se mueve y vuelve a apuntar. Abate un instante el fusil y después consigue ponerlo en posición. Por fin suena el disparo. Bertinck suelta despacio el arma y dice: 

—Bien. 

Y rueda hacia dentro. De los dos hombres, el que iba detrás está herido. Cae. Al otro se le escapa la manga del lanzallamas; el fuego se extiende por todas partes y el hombre arde. Bertinck tiene una bala en el pecho. Al cabo de un rato, un trozo de metralla se le lleva el mentón. El mismo pedazo tiene todavía fuerza para abrir un enorme agujero en la cadera de Leer. Este gime, se apoya sobre los brazos y se desangra rápidamente. Nadie puede asistirle. Transcurridos unos minutos se dobla como un pellejo vacío”. 
Infantería alemana apoyada por lanzallamas.
“Vuelan tantos aviones en este sector, y tienen tanta puntería, que cazan como a liebres a los soldados aislados. Por cada avión alemán, hay como mínimo cinco ingleses o americanos. Por cada soldado alemán hambriento y extenuado en la trinchera hay cinco de vigorosos y fuertes al otro lado. Por cada pan de munición hay cincuenta latas de carne en conserva aquí enfrente. No nos han vencido, ya que, como soldados, somos mejores y más expertos que ellos; simplemente nos han aplastado, machacado con su enorme superioridad numérica”.

Fokker triplano empleado por el mítico Barón Rojo.

EL PANESLAVISMO

El paneslavismo fue en cierto modo una de las causas de la Primera Guerra Mundial, ya que explica la alianza existente entre Serbia y Rusia que llevaría a poner en marcha todo el sistema de alianzas militares que desencadenaron la guerra. 

Podría definirse paneslavismo como el movimiento nacionalista surgido en el s. XIX que buscaba (y busca) la unión cultural, religiosa y política de los países eslavos. En la actualidad se consideran eslavos los países de Bielorrusia, Bosnia, Bulgaria, Croacia, Eslovaquia, Macedonia, Montenegro, Polonia, República Checa, Rusia, Serbia y Ucrania. 

Existe un mapa interactivo sobre los países eslavos en este enlace.
En color aparecen los países eslavos.

martes, 15 de enero de 2013

TELEGRAFÍA WIRELESS

Ésta es una ilustración del semanario satírico Punch de 1906: ¿Os suena la situación social que retrata? Era lo que se imaginaban que podía llegar a ocurrir si la telegrafía seguía desarrollándose de tal modo que fuera inalámbrica y...personal. 

Fuente: http://elhematocritico.blogspot.com.es/2013/01/predicciones-agudas.html